viernes, 23 de julio de 2010

Diálogo de Viernes por la mañana...

Lina dice:
why can't I fly tonight, why can't I sleep all morning... ayyyyy, qué lindo día!

Luno dice:
Jajajaja

Luno dice:
Si, pero no para estar en una oficina!

Lina dice:
no importa no importa

Lina dice:
l al ala la a

Lina dice:
musica y chau

Luno dice:
Jajajaja

Lina dice:
es viernes, mañana las oficinas no abren

Lina dice:
la la la la

Luno dice:
Juaaaaa

Luno dice:
Te vas a la costa?

Lina dice:
si , pero igual, hoy el dia esta bueno, no se

Lina dice:
va mas alla de irme a la costa

Lina dice:
es como que me levanté con dos pies derechos

Lina dice:
me da un poco de miedo igual... jajaa

Luno dice:
Jajaja

Luno dice:
Tener una deformidad de 2 pies derechos decis? Jajaja

Lina dice:
si si, totalmente

Lina dice:
es probable caerte a cada paso no?

Lina dice:
todo un tema

Luno dice:
Naaaa

Lina dice:
aparte si te dicen izquierda, izquierda, izquierda derecha izquierda

Lina dice:
que haces? te quedas mirando como un ganso

Luno dice:
Juaaaaa

Luno dice:
Das vuelta en circulos

Lina dice:
maaaaaaal

Lina dice:
jajajjajaaja

Lina dice:
no avanzás ni a palos

Lina dice:
jajjaja

Luno dice:
Y si te dicen q camines derecho vas a la derecha

Lina dice:
ooooooooobvio

Lina dice:
el tema es que no podes ni bailar

Luno dice:
Si te dicen derecha es una redundancia!

Lina dice:
y mira si a pesar de todo eso, sos zurdo! que bajón!

Luno dice:
Juaaaa

Luno dice:
Buenisimo

Lina dice:
bue, en fin

Lina dice:
te das cuenta que es una buena mañana?

Se me ocurre...

¿Qué pasaría si en los cortes publicitarios alguien nos mostrara el campo, un día al aire libre, el sol, la playa, el descanso, pero ninguna marca, ni una sola? ¿Si la publicidad no dijera nada, si no fuera exacta, sino preliminar, como los mejores comerciales de productos? Porque quizá el problema sea ese. Quizá el mensaje sea muy claro, muy chocante. Sabido es, creo, que el ser humano funciona más por lo implícito, lo que va viendo, sin notar, y se le va instalando en el subconsciente, entonces digo ¿funcionaría si fuese de esa forma? ¿Se daría que el hombre finalmente se detuviera, se mirara a sí mismo, pero realmente se mirase? ¿Sería factible que el más abstraído de lo propio frenase y se reconociera, y en vez de adquirir lo último en un negocio de tecnología, se dedicara a encontrar lo que el alma realmente necesita para no necesitar lo otro? Me gustaría saber cuánto aguanta cada uno en una tierra sin luz (ni electricidad, claro está), sin gas, ni petróleo, ni MP5, ni teléfonos... cuánto aguantaría cada uno de nosotros si viviésemos con las comodidades del año 1000 ¿Nos adaptaríamos a vivir sin contarle al mundo que a las 13:30 me fui a bañar y ver que 350 personas me siguen, aunque sea totalmente banal? Lo que digo es que con tal de no vernos, a veces, miramos a cualquiera, o nos vemos en lo que los demás ven, y nos lo creemos. Quizá tengamos que volver a calentarnos con fuego de leña todos, sin estufas ni splits... y que para destruir al mundo haga falta mucho más que Wall Street, un grupo de 8 o una sociedad secreta, no tan secreta...

lunes, 19 de julio de 2010

Tacto transparente

Un fantasma a la vuelta de la esquina, tan blanco que me cegó. Una mueca de satisfacción y un poco de desconcierto hicieron que frenaras. Hacía mucho que no frenabas ante un ánima celeste; últimamente estás más cerca de las negras, pero esas no tienen ojos y lastiman. Este inocente espíritu despertó en vos la sensación de pertenencia: creer que hay quien te busca, y aún más, quien te espera, fuerte y con firmeza, como ese beso etéreo que solamente alcanzaste a percibir pero que aún así, te despertó del letargo del alma cuando el frío la abruma.
Una rama en el pico, la paloma te observa mientras mojás el piso con tu sangre, la que brota de tus ojos. El beso te hizo verter tu más preciado caudal, y aunque no vas a perder tu rojo líquido, sentís que es eso lo que cae, y fluye. Nunca importó cuánto trataras de secarlas.
Una calle en Otoño, rodeada de robles. La hojarasca te recuerda tanto a tus sueños; perfecto escondite de ratas. Caminás con los pies hundiéndose en ese amarillo rojizo que da calor.
Pero no te sirve enamorarte de un fantasma y después vivir buscándolo por los lugares más oscuros. Aunque, en quién podés confiar más? En alguien que, por etéreo, no es real , pero por fantástico es eterno? O en quien, por tan real, puede solerte hasta calarte los huesos porque su tacto es cálido y su eternidad, a tu lado, inexistente?

jueves, 15 de julio de 2010

Temor a encordecer...

Me Permito republicar una entrada vieja, que no por eso deja de ser actual.
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Mirar el vuelo del ave que me pasa por encima, oler esa pequeña piña que me regalaron en el bosque de Cariló y transportarme al medio de un ocuro lugar que solo tiene pinos y su pinocha, y ese Laurel. Cerrar los ojos y dejar de ver las computadoras que me rodean, con la música en mis oidos, y dejarme volar...
"Temor a encordecer o a encordar" me dijiste... de verdad. Te dije que te iba a robar la frase porque me parecía que reflejaba algo que me caracterizaba. Temor a salir a la calle y no ver más állá, temor a temer lo que van a pensar, temor a dejar de ser como quiero para empezar a ser como debo, temor a dejar de fugarme a cada momento mentalmente, o fisicamente, con menor frecuencia, porque no está bien, porque es peligroso, porque "te va a ir mal". Y al final te quedan actitudes razonables, te queda pensar que ese deseo, ese mismo que te acompaña desde chica, desde siempre, el de vivir en otro lugar, valerte por vos misma, no necesitar de nadie, ser vos y ese lugar, y esa gente que allá esté, pensar que es difícil, que aún no podés. o no debés. Y cada vez cuesta más volver, cada vez que vas, cuando empezás a volver, lo pensás una y mil veces. ¿Por qué no me estoy quedando? y otra vez acá, y tener que cerrar los ojos para estar allá. y ¿Hasta cuándo? No sé si habré nacido en el lugar equivocado, o justo por eso quiero irme allá. Y si mal no recuerdo alguien me dijo "recuerda que nadie espera odio en tus ojos princesa", pero me enojo porque las cosas no son como quisiera, levantar la valija, subrime al auto e irme, y volver para visitar, y ser allá, convertirme en ese bosque, donde la soledad me sienta mejor, donde la libertad me da mejores alas, donde el mar es mi escape y el bosque mi mejor refugio. Donde me maravillo ante los colores de los hongos, la vida de las hojas, el poder de un arbol, y el infinito ruido que puede hacer una, una sola piña cayendo.
No sé, quizá sea dejar de estar tan cerca de esa línea que divide lo bueno de volaaaaar, en todo sentido, de lo demás, de lo que al final te hace verte viejo, y preguntar de que manera "disfrutaste" tu vida. Quizá es solo decidirse

miércoles, 7 de julio de 2010

Otoño, muerte y futuro

La muerte se desliza por las copas de los árboles, amarillas en otoño y, cómo él, pasa casi inadvertida. La gente no suele recordar los otoños, o los inviernos. La gente en estas estaciones se refugia en sus casas, le huye a la calle, le da miedo la noche. Estos dos hermosos letargos de la naturaleza pasan casi sin repercusiones, no quedan tan perpetuados en la memoria como han de quedar aquellos dos renaceres de los colores, las flores, el aroma y las ganas de estarse fuera hasta de uno mismo. El otoño encirra las noches mas frías donde el ser humano llega hasta casi lo más profundo de su carne, y se deja desangrar.
La muerte deja un sabor amargo. La muerte nos pasa tan cerca siempre, y uno que cree su vida algo tan importante, ve como los demás se van yendo y los diarios vuelven a salir, y el mundo no deja de girar, y otra nueva vida comienza al día siguiente, o el mismo día que uno se está despidiendo de ésta. No tengo miedo a la muerte, no, sino al olvido. Tengo miedo al haber pasado por este mundo sin haber dejado nada en él. Tengo miedo a no sentirme completa al irme. Tengo miedo a dejar demasiadas cosas sin atar, sin realizar.
El futuro es tan incierto que a veces lo veo como un mar eterno y lo estoy cruzando a nado. Veo que puedo seguirme adentrando en él, y que muchas cosas pueden salir mal ¿Cuántas brazadas van a permitirme mis fuerzas antes de dejarme hundir? Porque no me veo con una balsa, sino a nado, a pura piel y el agua, ese inmenso océano, que no se lo que me depara, ni cuán lejos estoy de la próxima costa: cuándo podré descansar de tanto esfuerzo, de tanta lucha. Y aún nado en él, y aún trato de sacar de mi todo lo que hay, todo.

viernes, 2 de julio de 2010

Errores

Hay veces que me detengo a observar como gira el mundo mientras estoy subida a él. A veces me voy también, me elevo y sigo mirando como gira cuando no estoy, cuando siento que con un simple error de cálculos, no habría de volver jamás. Estoy tan dentro y tan fuera que no termino de encontrarme. Estoy tan segura y tan perdida que estoy al borde de la razón. El mismo temor a encordecer del que hablaba antes. Quiero salir a la vida, porque este encierro no puede ser más que la antesala de la muerte. La vida misma no es esto, o sí, pero de otra manera. Quiero caminar con los pies afirmados a mi verosimilitud, sin que eso signifique veracidad, ni realidad. Los momentos en los cuales puedo despegar son los más cercanos a mí misma, a mi esencia. Y no hay nadie en ellos, si es que no despegué tomada de las manos o enroscada en la mente de alguien más que se anima a despegar conmigo, que tiene la maravillosa capacidad. Somos pocos guerreros de la luz, pero cuánto alumbra un solo fósforo en una habitación a oscuras. ¿Para qué luchar contra lo irreverente? ¿Para qué tratar de que comprendan esto, si nunca lo vivieron? ¿Por qué perseguir el popularismo ridículo de mostrarse diferente? Si queremos ser diferentes, o si nos sentimos de esa manera, mantenete en tu diferencia sin hacer un altar de ella, eso ya dejó de ser diferente. Y todo es diferente, siempre, todo. La cuerda que salto gira a velocidades incontrolables, irrefrenables, los pies no me dan casi para mantenerme al ritmo, siento que me voy a caer, tropezar en cualquier momento. Un solo error de milésimas de segundo, y sé que caigo, se que no puedo seguir, se que me detengo, que sería el golpe fuerte que terminaría por quebrar mis huesos, y dejarlos hechos añicos, sólo una milésima y no habría de volver jamás.