Hay un abismo entre la vida y los sueños, y no se de cual estoy más cerca al caer la noche en mis párpados pesados, invadidos por tanto desgaste al tratar de cerrar los ojos para no ver... no ver qué es lo que está pasando, qué es lo que llevó todo a este término...
hay un destino de elecciones, en las cuales no hay libertad ¿y entonces qué, y hasta cuándo, y más aún, por qué debemos elegir entre dos impuestos, si quizá lo que queremos de verdad es completamente otra cosa? tantas preguntas sin respuestas...
y cerrar los ojos para volverlos a abrir ante una nueva imágen plagada de imperfectos, de rutinas, de convalecientes sueños de cambiar un destino tan perfectamente impuesto; tanto que no podemos escapar de él, por más que eso sea lo que más queremos en la vida...
vida, vida vida, el regalo más preciado, y como todo regalo, no se elige recibirlo en un principio, pero sí conservarlo, y quien no lo conserva ¿qué culpa tiene, o hasta dónde podemos juzgarlo? En fin... cuesta centrarse en un punto y no irse por la tangente...
pero a veces escaparse es mejor que seguir a la manada de títeres que van delante nuestro, aunque la masa guíe hasta nuestro propio torcer el camino, entonces dejemos de mentirnos, no más excusas, no más mentiras, no más ruido, no más... no más... no más...
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