miércoles, 9 de junio de 2010

Ese temor

Que se me seque el espíritu, uno de mis miedos. Quizá uno de los más fuertes por lo que este quiere decir; que me vacíe, que me convierta en alguien que no vuela más. Este temor está ligado a varios: perder mi visión, dormirme como tanta otra gente, dejar de encontrar la paz al abrazar un árbol, rendirme , y el eterno temor a encordecer. Ese clásico miedo a ser, por eso mismo, ser y no cuestionar. No ver lo que está implícito, y mucho menos lo que parece no estar. No sentirme tan desorbitada y ver el mundo desde muy lejos. No seguir tratando de entender qué es todo esto y porqué somos algunos los que "vemos", o queremos "ver", por qué hay tanta gente dormida, que sigue a la manada, que no se pregunta hacia donde está yendo; para cuándo va a guardar, y sobre todo no se da una oportunidad para preguntarse cuándo empezar a vivir y dejar de prepararse para eso. Porque, cuando hablás de algo que implica percepción, te miran como si hubieses perdido la cabeza en un viaje interestelar. El miedo a encordecer es temer dar ese paso hacia la cordura. Es mas fácil borrar estas preguntas y la inevitable discomformidad a la que llevan. Dejar de valorar más una mano sobre la tierra que dentro de un jacuzzi. Es más fácil dejarse llevar, dejar fluir y ya no pensar. Pero ¿se puede volver a eso cuando te despertaste? ¿se puede volver a dormir? Pero no es lo que quiero, porque aún en este continuo oscilar entre la plenitud y la carencia, me siento más viva que nunca. Me siento acompañada por gente con la misma visión, o que al menos la entiende y la vive, de otra forma, pero está tan alerta como uno. No sé si seremos los más o no, si seremos complicados por buscar más allá, pero es intenso y tiene sentido creer que esto no es todo; porque hemos sentido que hay más y cuando una mano invisible te toca, y los ojos que no están te invitan ¿cómo ignorarlos? Estoy lejos de encordecer y pretendo mantener siempre mi espíritu alerta. Si se seca significa, inevitablemente, la muerte emocional y física.

1 comentario:

Pablo dijo...

Comparto esa sensación de ir vaciandose... uno intenta que no pase pero, por lo menos a mí, me ocurre inevitablemente. Me va pasando como si tuviera una fuga en el sistema que no logré detectar! jajaja!

Beso