jueves, 21 de junio de 2007

Locos Corazones.

Las caras frías que se ocultan en la noche, con todo su temor acumulado sin explicación suficiente para entender cuán confuso puede ser vivir libremente, saliendo a la luz de alguna tibia farola. Las manos sudadas por la paranoia de ser vistos por algún transeunte extraño del callejón, que por horas será su hogar.
Sin palabras ni gritos; sin fuerzas y sin amor. Cualquier sentimiento que los abarca es simplemente hijo del dolor. Con pocas esperanzas de ser leones para dejar de ser cabritos implorando piedad al más fuerte. Con fuertes penumbras en sus sueños y deseos. Tan inseguros de su vida como de la propia muerte. Sin saber si seguir peleando o librarse a la providencia de algún ser superior que pueda guiarlos. Repugnando la falsa caridad de aquellos que se auto proclaman solidarios por innumerables billetes regalados a quien, presuntamente, los administraría para ellos. Resignándose a las pocas posibilidades que quedan para tener, al menos, un poco de pan. Descreyendo de la gente que los rodea, y odiando las utopías en las cuales creen. Contando los minutos, los segundos, de cada hora ,de cada día. Cansándose de ser bufones del rey a cambio de una miserable dádiva por piedad o lástima. Inventando formas para agradar a quien no quieren agradarle, pero por deber, lo hacen. Olvidando todo tiempo feliz en sus vidas, toda risa aplacada por el peso de la amargura, todo manifiesto de cariño, toda seguridad. Se libran, una noche más, a la pesadilla de que, al alba, vendrá un día nuevo cargado de sudor y de lágrimas.
Gisela María Krapf E.

No hay comentarios: