Las pequeñas brisas que se desprenden del viento majestuoso que se descubre estos últimos días, se descubre en mi vida, en mis días, que no pasan sin algún evento a recordar, por lo hermoso, por lo triste, por lo indeseado.
Hay cosas que nos hacen crecer, y otras que cuando pasan uno se da cuenta cuánto ha crecido en el ínterin. Lo que duele tanto, también termina por sanar. Lo que duele poco, finalmente se desvanece, y aquello que duele toda la vida nos marca a fuego.
Hay preguntas para las que no existe respuesta. Otras,la respuesta viene una vez que el polvo volvió a asentarse, y que no hay revuelo en los aires, y finalmente esa respuesta nos complace más de lo que nos imaginábamos. Siempre, como me enseño aquel buen montañés, todo lo que pasa es lo mejor, no importa si en el momento que pasa no se lo ve. Siempre es lo mejor, porque en ese momento tenía que ser así y porque todos han actuado de acuerdo a su nivel de conciencia. No dejemos que el nuestro nos lleve a ser los macedonios que siguieron, a pesar de todo, mas y mas al este, aunque ya no sabian ni que sueño perseguían. Volvamos a casa, lleguemos a encontrarnos con nuestro amor. Sigamos el latido que nos hace sentirnos vivos, y si duele ese latido, abracémonos al dolor. Como ayer le dije a alguien muy importante: la fuerza para curarte está dentro de vos. Y de nadie más, porque todo lo que necesitamos siempre esta adentro de nuestro propio ser, ni afuera, ni cerca ni lejos, sino adentro, solamente aprendamos a encontrarlo, y así, somos fuertes para siempre, sin salirnos de nuestro centro
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