Cada día, cada noche me despierta un poco la sensación de no dar abasto con mi espíritu. Me pregunto siempre lo mismo, por qué tanta oscuridad? Me inunda, me desborda, sale por los poros, por las bocas abiertas de mi piel. No puedo contra ella, aunque a veces me sienta tan niña, tan infantil, otras disto mucho de lo inocente y podría decirme hasta negra, muerte. No temo el origen de estos pensamientos, temo su final, su destino. No podría ser de manera trágica ya que será trillado, no podría ser tan exacto a todo lo que se espera.
Hay acaso, formas de cambiar este desenlace? hay acaso días en los que desaparezca este sentimiento de que nada puede ser feliz porque carece de sentido intenso, carece de emoción? Es demasiado perfecto...
Hoy no me trato de entender, simplemente me dejo ser. Descubro novedades en mi a cada segundo, y las dejo habitarme, no quiero saber porque soy sensible, porque me río, ni porque me deprimo. Simplemente lo reconozco y lo atiendo, quiero sentirme tan valorada como yo valoro a lo de afuera, no a todos, a lo que se lo merece. Si tenés ganas, ya sabés, si no, decímelo antes de que me pudra, antes de que todo de mal olor y terminemos por alejarnos tanto que no haya camino que se entrecruce, no queremos eso, o sí?
Hoy me atiendo cuando me llamo, y aunque las cosas son complejas, y a su vez, son casi repetidas, no vamos a volver a cometer los errores que ya nos dolieron, vamos a hacer las cosas de otra forma, porque hoy ya todo es nada, pero esa nada pesa mas que cualquier todo antes existente. Hoy no recordemos, hagamos de cero que tenga sentido, en otro plano, en el que nos conocemos y reconocemos cada día. Hoy dame la mano sin que eso signifique enrosque, sin que eso nos haga mal, sin que eso... sea nada más que eso, darnos la mano.
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