Cuando tenía 15, poco después de que murió mi perrito ovejero alemán, Daya, me trajeron un chiquitin negro y marrón, que de peque era torpe, y de grande era imponente, un hermosísimo ejemplar de Rotwailer. Baco lo llamamos, y no tardo en ponerse fuerte, pura fibra y, a pesar de meter miedo, era franela y cariñoso como pocos, uno tardaba en hacer buenas migas, pero una vez que eso estaba hecho, no te dejaba ni a sol ni a sombra.
Más de una vez ladró incesantemente cuando alguien me abrazaba, o cuando gritabamos, o cuando uno entraba en la pileta y se sumergía, donde él no nos podía ver. Más de una vez me senté a su lado y "hablar" aunque no me fuera a contestar. Más de una vez nos peleamos, pero finalmente nos reconciliábamos, porque teníamos un amor mutuo muy lindo.
Baquito, parece que viviste muchos años, y muy intensos, muy hermosos. Creo yo, y mi familia, haberte dado una vida hermosa, una vida feliz para un perrito, fuiste, sos y vas a ser parte de la familia siempre, porque sos parte de nuestros corazones.
Ojalá tengas mucha, mucha paz, y ojalá sigas ladrando desde el cielo cuando alguien trate de hacernos mal. Yo voy a seguir recordándote toda, pero toda toda la vida.
Te amo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario