Hoy me puse a hacer limpieza. No cualquier limpieza, sino de un viejo correo, una vieja dirección de correo electrónico que ya no uso, que la abrí creo que cuando tenía 16 años. Me seguían llegando a esa dirección muchos mails de spam, y varios autogenerados de la gente que aún la tenia guardada, cuando se metían en hi5 y esas cosas. Decidí que era hora de cerrarla, darla de baja. Pero había muchos mails guardados en ella, muchísimos sin importancia, pero algunos, 50 más o menos, que quería conservar. Guardé los de mi amigo de Holanda, guardé los de mi novio, cuando teníamos apenas 19 y 26 años, esa corta relación que mantuvimos, la antesala de la mejor de mi vida... y estaban esos mails, esos que me partieron en dos, los mails de Diego. No pude evitar leerlos, aunque eran muchos, no pude dejar de volver a leer eso que nos decíamos, esa amistad increíble, esa amistad de letras, porque nos habíamos visto apenas 4 veces en nuestras vidas, apenas 4... y te fuiste... Hoy, leyendo los mails, no voy a mentir, me cayeron varias lágrimas. Leer que siempre estabas ahí, que te entristecían mis penas, que te alegraban mis triunfos, que me contaste todos los tuyos. Me hiciste tan parte de tu vida como te hice yo de la mía, mi amigo. Sé que no hay nada que yo pudiese haber hecho, y que no hay forma de que leas esto, ni todo lo que te escribi... si te vi o no te vi, ya hoy no lo sé. Si te sentí varias veces, hoy es una sensación muy vaga, pero si te quise, seguro que aún te quiero, y cuánto. Sentí que te perdí un poco el día que nos dimos cuenta de que los besos no eran lo que esperamos, pero sentir realmente que te perdí, eso que sentí ese día que me enteré, mierda, eso no lo sentí nunca en mi vida, nunca. Perdí gente muy preciada nene, pero perderte a vos fue que me arrancaran medio corazón y lo pasaran por una trituradora de carne para hacer picada. Diego, mi amigo, mi confidente, mi Cortázar... Diego, mi prólogo. Siento que la que está en deuda con vos soy yo, por tu admiración y tus palabras de aliento. Porque me dijiste que querías escribir como yo cuando lo que vos escribías era infinitamente superior. Por el soporte, por la onda, por no dejarme caer, nunca, nunca, pero te caíste vos, te caiste a lo mas profundo, te dejaste ir... me dejaste. Suena muy egoista seguramente, pero no sé como expresar lo que significas en mi vida, aún hoy y para siempre.
Nada, hoy me acordé de vos, como muchos días de mi vida... me dejaste mucho, muchísimo... me dejaste semilllitas desparramadas por los cuentos, y me dejaste la llama de la creatividad prendida en el alma... me dejaste un par de miradas grabadas a fuego, y una canción en tu sillón, una canción que escuchamos mirando el techo... "de regreso, mirta, ya sabes 10 años a la sombra...". Las caricias sí eran lo que habiamos esperado, pero eran tan secas... tan ásperas... Diego, mi amigo, mi tinta, siempre vas a ser mi fuego para escribir, siempre me vas a estar completando páginas para ayudarme, y el prólogo, amigo, el prólogo lo escribiste en mi vida y en mi alma, te amo!