Si cayera en un sueño profundo, y soñara… me gustaría soñar con vos, tenerte al lado, poderte besar, poderte tocar como lo haría si estuvieras de verdad acá al lado mío ahora. Los tiempos y los espacios empiezan a dejar de ser reales cuando uno extraña, cuando uno quiere. La mente puede volarse allá donde está esa personita que nos importa, y todo se desvanece en ese vuelo mágico, todo lo que está alrededor, todo lo material que nos encarcela, todo lo temporal que nos lo impide, todos los kilómetros que nos separan. Anoche en mi sueño fuiste muy real, era tu cara, tu piel, tu mismo olor en la piel. Todo eras vos, con esos ojitos. Con esos besos suaves del bar, los mismos que me hicieron darme cuenta de que el río tiene mística, que Sidharta no estaba equivocado. Que el vuelo de tu alma tomando de la mano a la mía hacia esa galaxia tenía que darse dentro de esa locura exquisita que siento compartir con vos, que nos lleva a saber que pensamos, nos lleva a saber que decir, o que callar al mismo tiempo. Nos lleva a alejarnos unos metros para solos retomar el sendero hacia ese claro en el medio del bosque. A terminar encontrando magia en el mismo lugar, a saber que si desaparezco alguna vez vos vas a ser el único que va a saber donde ubicarme, porque tenemos ese mágico hilo de aluminio violeta que nos conecta, y que me hace dejarte conocer mis secretos, y el delineador en el desnivel de mi esencia de mujer, para ese álbum, para esa prueba que era darte mi piel por mostrar el arte. Esa naturaleza de darse entero a los sueños, hasta el final, si realmente creemos en lo que hacemos. Esas ganas de que seas suave, como esa canción que empieza tan fantástica, y termina dándote una aceleración increíble, la misma que me hizo cerrar los ojos para entenderla y sentirla. Esa fuerza que me hace cerrar los ojos si tus manos están en mis mejillas. Que seas mis buenos días y mis buenas noches, aunque siempre en la imagen que tengo en mi cabeza. Que sepas manejar mi mal humor tan fantásticamente, al punto de no recibir ni el dejo de mi histeria. Saber siempre la forma exacta de donde atajarme para que me deje caer. Hacerme volar en medio de Paseo Colón y México, y en tantos otros lugares. Lograr tantos avances, siempre, a través de los tiempos, como si fuera necesario tu toque para que las cosas tomaran otra forma, otro color. Hoy estás en los rayos del sol y en los destellos de la luna, porque simplemente, hay una fuerza que me hace pensarte, sobria; espiritualmente, y cuando no lo estoy, de una manera más animal. Hoy tu ruta es mi desvelo, y tu descanso mi remanso. Hoy temo al paso del tiempo, porque no quiero que esa perfección que crees rota se rompa realmente. Ni cien mil palabras podrían desarmar esta sensación de que las cosas son tan simples, y tan complejas a la vez. Este miedo que me inundaba, al cual me dejé de entregar cuando supe que no conducía a ningún lado… y es fantástico pensarnos tanto, extrañarnos tanto, querernos tanto, si de esa forma nos damos más cuenta de que, a pesar de todo, el alma vive a cada palpitar de deseo… a pesar de todo, no buscamos formas ni moldes, ni estructuras pre-pautadas… sino ser libres en los ojos lejanos, en la mente y más que nada, en el corazón.
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